En estos países todo gira alrededor de
la productividad del individuo es decir a la capacidad que tienen los
individuos de producir mas bienes y servicios en un periodo corto de
tiempo. Para hacer esto, estos países organizan a la sociedad en
torno a estrictas leyes que mantienen el orden publico, el sistema
educativo procura impartir altos estándares de conocimientos que
permitan a los trabajadores manejar procesos industriales de altísima
precisión El sistema publico procura mejorar sistematicamente las
indicadores socio-economicos, como salud, educación, empleo,
vivienda, y otros. Hasta aquí suena como un lugar dorado para vivir,
pero no es así.
En contraposicion existe aca una
excesiva preocupación del futuro, que se tiene que trabajar fuerte
para tener resultados, que se tiene que agendar todos los eventos
para no desperdiciar el tiempo, que se tiene aprender un montón de
conocimientos y de lenguas para ser competitivo, que se mira a la
creatividad social o la improvisación como un caos amenazador, que
se tiene que llevar una vida predecible y sin ningún tipo de riesgo
evitando o previniendo todo evento amenazador.
Pero que carajos la vida no es así. La
vida no es completamente predecible, al menos yo como un hombre
nacido y criado en el trópico no vemos la vida así. La vida para
nosotros en un mosaico de trozos delicadamente desordenados y
mezclados de momentos emocionales, donde existen alegrías o
tristezas y muchas veces ellas son extremas. Donde se prima la
espontaneidad y la amistad.
Esta actitud espontanea y emocional
muchas veces nos tiene cagados; con gobiernos autoritarios que
terminan siendo corruptos; con basura y desorden en las calles; con
tramites burocráticos engorrosos; con un sector industrial que no es
competitivo y un sector publico que tampoco es productivo.
Es cierto que estas son descripciones
extremas de las culturas tropicales e industriales. Pero si me toca
elegir yo eligiria el extremo del trópico, por que allá al menos
uno tiene la sensación que se es libre y que se esta luchando por la
vida y no la sensación de empujar un vagón que sigue una riel
industrial previamente establecida.
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